La puesta en escena busca valorizar las propuestas de la dramaturga al transitar entre los diferentes puntos de vista que componen las relaciones de esa familia: las sutilezas entre madre e hija, los encuentros y desencuentros de la pareja, las relaciones de aproximación y distanciamiento entre padre e hija, y la perspectiva sobre una experiencia vivida que se transforma con el paso del tiempo.
Otro elemento del texto, que se usó como referencia para la puesta en escena, es la percepción temporal cíclica, la cual se muestra de diferentes maneras: en la repetición de los nombres de las mujeres de la familia, en la madre que siempre pierde su dedal de coser, en las peleas que suelen suceder los viernes y los días de amor (siempre los martes), en la acción de espera de la hija que nos remite a la espera cotidiana de la madre, entre otros detalles.
Además, durante todo el proceso de creación del espectáculo, se tuvo presente la realidad brasileña. Las actrices buscaron analizar y actualizar algunas situaciones del texto añadiendo algunos datos sobre la situación de las mujeres víctimas de violencia en Brasil, ya que la obra fue publicada en 2003 y está ambientada en la ciudad de Madrid, España.
En ese aspecto, el grupo Matula destaca de nuevo una visión conectada al cotidiano nacional y crea tensión entre lo real y la escena teatral, sin perder de vista el potencial activista que tiene el teatro para desvelar en escena la epidemia actual de feminicidios que vivimos en Brasil.