A partir de un hecho verídico, eminentemente político, surge un impulso para reflexionar acerca de la experiencia del exilio, la identidad en transformación y la resistencia. El desierto y la situación de exilio se usan como metáforas de la indisponibilidad del cuerpo en el espacio y del cuerpo en sí mismo.
La dramaturgia se basa en un juego entre las fronteras del teatro y del documental, en el que se mezclan la historia del pueblo Saharaui, la experiencia de la actriz y textos de ficción creados de forma colectiva.
En 2021, Exilius se transformó en una obra audiovisual. Fue grabada con apoyo del Edital Aldir Blanc/2020, PROAC (Programa de acción cultural) del Estado de São Paulo.